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Pastillas para la tos

Anoche, antes de volver a casa, no tuve peor idea que entrar a una de estas farmacias que hay en el centro (muchas y por todos lados) a comprar pastillas para la tos. Léase “farmacias que hay en el centro” a estas seudo farmacias en donde uno puede ir a comprar todo tipo de chucherias (generalmente femeninas) y salir contento habiendo gastado una módica suma de dinero luego de haber comprado cosas innecesarias que en el momento de meterlas en la canastita, parecen indispensables.

Ahí estaba yo, ya con unos 3 productos innecesarios en la mano, enfrente a la góndola de los productos para la tos. Antes de eso, pensaba que era una tarea simple: Vas, agarras un paquetito de pastillas (que diga que son para la tos) y listo. Pero no, en la góndola en cuestión había tal variedad de pastillas y jarabes para la tos que la cosa se complico. Así que me tome todo el trabajo que la tarea se merecía, y con muchísima paciencia, empecé a leer una por una cada cajita, ver las marcas, los remedios que las componían, lo que era mas conveniente (pastilla o jarabe), expectorante o no, si era para el dolor o solo para toses molestas, si de un sabor o de otro (hay una gran variedad que desconocía).

Después de mi exhaustiva instrucción en el tema, elegí un paquete x (que en ese momento me pareció el mas conveniente según mi cuadro) pero pasa lo que no debía pasar: Viene una señora, muy canchera ella, y sin mucha duda ni tanto conflicto como el mío, miro un poco y agarro la primera que se le había ocurrido, sin tanta lectura ni tanto bochinche.

Para que!!! Todo mi análisis al tacho. Automáticamente mire el paquetito que había elegido y agarre uno del elegido por la señora en cuestión. Algún motivo tendría para haber elegido ese y no el que yo había elegido. Quizás eran mejores las otras, mas efectivas... quizás ya las habría probado alguna vez y eran las mas efectivas... que se yo cuantas posibilidades mas... La verdad, no encontré gran diferencia mas que los colores del otro paquete eran mas lindos que los del mío. Aun así, me agarro eso que nos agarra cuando estamos totalmente indecisos, y aun teniendo la certeza de que mi elección había sido la correcta, deje mi paquete elegido originalmente y me quede con uno igual al de la señora.

Seguí comprando muy contenta con la elección hecha, pero casi llegando a la caja me agarro otra vez la duda (culpa diría yo), y sin poder manejar mi genio, volví a la góndola de las pastillas. Ya en un estado de cansancio mental con el tema, mire nuevamente todo, y volví a cambiar el paquetito. Obviamente, agarre uno de la elección original. Se merecía su oportunidad. Me fui directo a la caja sin escala, pague y me fui rapidito.

Después pensaba: ¿Era necesario tanto lío por un paquetito de pastillas para la tos? La verdad, NO.